miércoles, 23 de diciembre de 2009

Cuando era pequeño, me daba miedo la oscuridad...Me asustaban los monstruos que vivían escondidos en el armario, los seres que acechaban bajo mi cama, y el hombre del saco ... Todos esos seres estaban ahí, al acecho, esperando a que mi madre, tras darme el beso de buenas noches, apagase la luz y cerrase la puerta ... En ese momento, mi habitación se convertía en una jungla de seres invisibles para los adultos, pero completamente tangibles para mi...Unos salían de debajo de mi cama, otros abrían la puerta del armario con sus temibles garras... Se arrastraban hasta el borde de mi cama donde yo, con la cabeza escondida debajo de las sábanas, permanecía en silencio, presa de incontrolables temblores...
El hombre del saco sólo aparecía en noches de tormenta, cuando la luz de los relámpagos se filtraba por los diminutos agujeros de la persiana y dibujaba su silueta contra la pared ... Pero los otros ... Los otros aparecían noche tras noche, asustándome más y más cada vez ... Durante años viví preso de ese terror que desaparecía con la luz del día. Había temporadas en las que el miedo se hacía tan intenso que mi madre se veía obligada a dejar la puerta de mi habitación entreabierta para que penetrase la luz del pasillo, pero aquella no era la solución,...Es cuerto que no podía verles, pero sentía su gélido aliento sobre mi cara, sus manos posándose sobre las sábanas... En ese momento, un grito se agolpaba en mi garganta luchando por salir, pero sin conseguirlo ... Sabía que, al oírme, mi madre vendría corriendo, le contaría lo que que pasaba, pero ella no me creería...En su intento por tranquilizarme, abriría la puerta del armario para demostrarme que allí no había nada...Entonces yo les tendría frente a frente,monstrándome sus negros dientes en una mueca parecida a una sonrisa ... Pero ella no los vería ... Ese es el problema de los adultos, nunca ven lo que los niños ven ... No son capaces de oír lo que los niños oyen ... A veces parece que han olvidado que ellos también fueron niños, que también tuvieron monstruos que vivían en su armario ... Que nunca creyeron en el hombre del saco... Por eso evitaba gritar... Porque no quería que mi madre me llamase tonto, aunque lo hiciese con cariño ...
Con el paso del tiempo, esos seres fueron desapareciendo, haciéndose menos y menos reales... Hasta que un día dejaron de existir... En mi armario sólo estava mi ropa, no había nada debajo de mi cama, y el hombre del saco no volvió a mostrarse ante mi... Sin embargo, el miedo a la oscuridad, seguía latente. No era capaz de conciliar el sueño si tenía que hacerlo completamente a oscuras... Dormía con la persiana entreabierta, de forma que la luz de la calle penetrase en mi habitación, creando así un juego de luces y sombras que me permitían, ya que no ver, sí percibir las formas de los objetos que me rodeaban ... Era como un residuo de aquellos temores de cuando niño...Durante años me pregunté por la razón de ese miedo, pero nunca obtuve la solución ... Hasta hace unos meses...
Ocurrió una noche como otra cualquiera. Me había metido en cama bastante tarde ... En las semanas anteriores había sido víctima de un terrible insomnio que no me dejaba vivir... Me pasaba noches en blanco, con los ojos abiertis de par en par... Las inmensas ojeras que se dibujaban en mi rostro, reflejaban las consecuencias de tantas noches sin dormir,... Ya no me servía ninguno de los milagrosos remedios de la medicina... Y, a penas una semana antes, me había resignado a la situación... Retardaba cuanto podía la hora de acostarme... Sin embargo, mi cuerpo me pedía descanso de forma que, aunque Morfeo no se dignase a visitarme, me tumbaba en la cama, cerraba los ojos y dejaba que mis agotados miembros reposasen mientras mi mente seguía funcuinando, presa de una frenética actividad ...
Aquella noche no había sido demasiado diferente... Eran las tres de la madrugada cuando decidí conceder a mi cuerpo el tan ansiado reposo ... No me molesté en abrir, como siempre hacía, ligeramente la persiana... Simplemente me acosté y apagué la luz, sumiéndome en la completa oscuridad de mi habitación... No habían pasado ni cinco minutos cuando me pareció ver algoa mi alrededor...Cerré los ojos... Los abrí de nuevo... Sí... allí ... estaban ... Unos diminutos puntos de luz que se movían, como jugando por mi habitación... En un primer momento creí que soñaba... Que por fin, después de muchas semanas, había logrado conciliar el sueño y estaba siendo presa de una pesadilla....pero no ... Una parte de mí, me decía que seguía despierto...Me froté los ojos ... Las lucesseguían ahí ... Iluminaban mis manos... se colaban por entre mis dedos mientras yo sentía una especie de extraña calidez cada vez que conseguían rozarme ...Como cuando te acercas a un foco de calor... Me asusté ...De repente, aquellas luces empezaron a aumentar de tamaño.. Crecían por momentos, hasta convertirse en siluetas... formas humabas que me rodeaban, que me observaban on sus extraños ojos desde el borde de mi cama...Una de ellas se acostó sobre mi y noté una fuerte presión sobre mi pecho...una fuerza me impedía llenar de aire mis pulmones... Luchaba por sacármela de encima, pero el esfuerzo iba agotando mis reservas de aire... El terror me paralizó... Y cuando, desesperado decidí abandonarme en brazos de la muerte, me desperté...Por las rendijas de la persiana se filtraba la luz del día ... El sufor frío que recorría la totalidad de mi cuerpo me hizo consciente de lo real que había sido la pesadilla ... Y entonces lo supe...
Tememos a la oscuridad porque está poblada de terrores... La noche trae sombras que caen a tu alrededor... sombras que no puedes distinguir porque la oscuridad es demasiado negra ... sombras que te rozan con sus dedos helados, intensificando esos temores que desaparecen con la luz del día, pero que durante la noche se hacen más reales que nunca, más tangibles que nunca ...La oscuridad nos aterra porque tenemos todo aquello que no podemos percibir con los sentidos...Por eso, desde entonces, duermo con la persiana abierta... Porque aquella noche descubrí qué había ocurrido con los monstruos que ocupaban mi armario cuando era niño...Descubrí que realmente no habían desaparecido, simplemente se habían trasladado de lugar...Aquellos seres, reflejo de todos mis miedos y temores, habitan ahora en mi interior...